24 de febrero de 2013

Un testimonio de toda una vida


En 1924, mi abuela materna ingresó como miembro simpatizante en la Iglesia Española Reformada Episcopal, y yo lo hice como  alumno de la escuela dominical; desde entonces entré a formar parte del coro como tiple, y del cuadro artístico de la Iglesia. Ya a los 19 años tome la comunión, y desde entonces fui Miembro Comulgante de la Iglesia hasta el día hoy, que tengo 95 años. Formé parte de la  “Unión Cristiana de Jóvenes”, de la que llegué a ser Presidente. En 1947 fui elegido para formar parte de la Junta Parroquial de la Iglesia, siendo el más joven de la misma. Más tarde fui secretario, instructor de la “Escuela Dominical”, etc.

En los tiempos del “dictador Franco” nuestra Iglesia fue perseguida por protestante y varios de nuestros hermanos fueron incluso encarcelados. Pero la ayuda de Dios fue sobre nosotros. No teniendo donde reunirnos, bajo mi responsabilidad lo hicimos durante 5 años en mi propia casa, a pesar de los problemas que esto conllevaba. Allí se formaron varios miembros nuevos. Uno de ellos, Pedro Arbiol, incluso llegó a ser Pastor de la misma. Alguien dijo: “las cosas con el tiempo se borran”.  ¡No! Dios me ayudó siempre, y aun lo hace. Si no, ¿cómo estaría yo aquí con 95 años? ¿Por qué me tienes aun aquí Dios mío? Este hombre me ayudó a estudiar la Biblia; él me enseñó a predicar tu Palabra. Como prueba de alguna de mis actividades todavía queda alguna grabación de mis clases a los alumnos que en aquellos tiempos formaban la Escuela Dominical.
Hubo problemas internos entonces en I.E.R.E., y esto provocó la separación de un grupo de la misma. Desde entonces quedamos huérfanos de local, teniendo que reunirnos en nuestros domicilios particulares. Así lo hago constar en una de mis actas archivadas como Secretario de la misma. Por aquel tiempo Pedro Arbiol abrió su Iglesia en la calle de Goya, perteneciente a la Iglesia Evangélica Española. Al final acordamos unirnos con ella, y Pedro se hizo cargo de la nueva congregación. Tengo una caja llena de “casetes” con las predicaciones de todos los reverendos que predicaron en esa iglesia, entre ellas la grabación de la inauguración oficial de la Iglesia de la calle de Goya.
Queridos amigos y hermanos, desde entonces anida dentro de mí el recuerdo de aquella Iglesia que yo conocí cuando solo tenía 7 años; hoy, con 95 años, pertenezco a la I.E.E. hasta que Dios así lo quiera. Seáis como seáis, y de donde seáis, sabed que os quiero, y deseo para cada uno de vosotros muchas bendiciones del Señor y todo lo mejor, estando unidos en la fe con nuestro salvador Jesucristo. Si en algo a alguien falté, perdón.
Paco Soriano

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